MotoGP y F1: pianos, zonas verdes, y sanciones

Como jurista y aficionado al mundo del motor, no deja de llamarme la atención ver como se desarrollan los reglamentos no técnicos (los técnicos se me escapan) de las diferentes competiciones de motos y coches, para perseguir la picaresca, a la vez que se incrementa la seguridad de los circuitos.

No deja de ser una reedición de esa historia del derecho que estudié en la carrera, algo de lo que normalmente no hablaría, pero que, en estas circunstancias, de un mes de agosto hábil, podemos tratar, por intentar aportar algo, sin ser aun excesivamente formales, pues aun estamos en época de espetos y relax.
Evidentemente allí donde no hay reglas ni sistema alguno, lo primero es implantar la heterocomposición, esto es, buscar un tercero objetivo que resuelva las discrepancias y conflictos sociales, en este caso los comisarios de Dirección de Carrera, o en segunda instancia los de la federación correspondiente, en equivalencia a esos jueces de paz o ancianos de reconocido prestigio y sabiduría empleado en otros ámbitos.

El problema es que juzgar las acciones de un deporte, sin un ordenamiento, sin un conjunto de normas claras, requiere de un conocimiento profundo de lo que es la competición para poder juzgar qué es razonable o qué es reprochable, lo que exige más un perfil de ex-piloto, que el de un jurista.

Cual es el problema, que quien entiende mucho de pilotar en competición, normalmente carecerá de conocimiento jurídico, se le escaparán conceptos o principios inspiradores de cualquier ordenamiento como la seguridad jurídica,
in dubio pro reo, ... Y claro cuando el criterio subjetivo, se aprecia arbitrario, entonces se pasa al otro extremo, al de sentar reglas simples y puramente objetivas, para que sean aplicadas, pero indeterminadas en conceptos básicos y esenciales.

Así llegamos a la situación actual, donde tras dos carreras en el circuito de Austria, denominado “Red Bull Ring”, todo es polémica porque la misma conducta ha recibido distintos tratamientos, o porque se sancionan de forma “automática” u objetiva conductas que no han causado riesgo o reportado beneficio para nadie (retirada de la victoria de Jorge Martín en el GP de Estiria de Moto 2).

Es normal, han pasado de un sistema totalmente subjetivo, basado en la opinión de los comisarios (varían para cada GP al menos algunos miembros), a un sistema que buscando la inmediatez es exclusivamente objetivo (persigue una situación o actuación sin atender a criterios subjetivos o el contexto): pisar verde = sanción.

Así ha pasado también en nuestros Juzgados a lo largo de la historia. Hemos pasado de jueces de paz sin formación jurídica, sólo el respeto de los ciudadanos de su jurisdicción, a jueces profesionales sometidos al imperio de la ley, no sólo a principios éticos o criterios de equidad, pero claro, nuestras normas penales o sancionadoras, están mucho más elaboradas.

Ahora, como ocurrió en la sociedad civil hace muchos años, la gente del motor se da cuenta de que castigar una conducta concreta, sin atender al contexto o la voluntad del autor, es igualmente injusto, pues tan injusto es tratar a los iguales de distinta forma, como a los desiguales de forma idéntica. No parece justo que un piloto empujado por otro a lo verde reciba la misma sanción que quien lo hace deliberadamente para ganar tiempo. No parece justo que si la conducta se hace en la última vuelta conlleve la pérdida de una posición, pero si se ganan varios segundos haciéndolo durante la carrera, no.

Al final, como ya ocurrió en nuestro ordenamiento, tendrán que jerarquizar las conductas, condenando de forma objetiva o “automática” las más leves, por no sobrecargar el sistema en resoluciones que no marquen grandes diferencias (p. ej: pisar reiteradamente un piano), pero estableciendo un compendio de requisitos objetivos, subjetivos y contextuales, para aplicar o castigar las infracciones más graves (exceder los límites de la pista, incluido el piano).

El problema no es tal, los circuitos han pasado de tener una tira de asfalto flanqueada por grava y hierba, sin transición, con los accidentes derivados, a ir estableciendo pianos (de superficie escalonada y considerable peralte) para evitar caídas por salidas de escasos centímetros, a luego ir ampliando además el entorno del piano con superficies igualmente pavimentadas, y normalmente pintadas en verde, o incluso pavimentar toda la superficie, con una adherencia que se va incrementando conforme nos alejamos de la pista, como el circuito francés de Paul Ricard

El problema es que tan pronto sabe un piloto que exceder los límites de la pista no tiene como consecuencia la pérdida de mucho tiempo o incluso un accidente, utilizará esa superficie allá donde le reporte ventaja, incrementando el riesgo, pues en caso de exceder el límite incluso del pavimento adicional, perderá el control del vehículo mucho más cerca del muro perimetral del circuito y los oficiales del circuito (stewards) o con menos grava para frenarle.

Hará falta, por ejemplo, replantearse los pasos dados y, a lo mejor, imponer sanción por pisar el piano un número de veces (P.ej: obligación de perder una posición o perder un segundo), en cuanto sanción leve que sustituye al previsible accidente de no existir el piano, que desincentive su uso generalizado, y luego regular claramente sanciones más graves para cuando incluso se exceda la superficie del piano (que en muchos circuitos y curvas ha perdido incluso su superficie irregular o peralte, para ser sólo otra porción de asfalto con diferente color), pisando la zona verde.

Si saltar por encima del piano y pisar hierba o grava normalmente conllevaría que un F1 golpease el muro o quedase atrapado en la grava, o en el caso de una moto, la caída del piloto, parece lógico que se sancione con la descalificación cuando esa salida:
1º.- Sea clara.
2º.- Sea atribuible exclusivamente a la voluntad o culpa del piloto que excede el límite (no le empuja nadie ni ninguna mancha de aceite fuera), y
3º.- Le suponga una clara ventaja.
Evidentemente esa resolución será más compleja de emitir, al considerar más datos, pero sin duda, será más justa, más coherente y acabarán siendo más homogéneas, garantizando la seguridad jurídica (los pilotos sabrán con cierta seguridad cuando se les sancionará y cuando no), y sin pervertir la competición: con victorias de pilotos que deberían haber acabado en la clínica, o pilotos que tras liderar una carrera completa, pierdan su victoria por haber pisado la prolongación de un piano, pintado en verde en lugar de rojo, por puro despiste o imprecisión, pero sin obtener ventaja alguna.

Sí, será más complejo, pero es que por desgracia, como ya sabemos los juristas, no hay forma de automatizar y hacer inmediatas las resoluciones o el juicio de hechos prohibidos, sin cometer errores o provocar mayores injusticias.

Por ser positivo, cuanto mayor sea la sanción, y más gradualidad haya en la categorización de conductas ilegales y sanciones (zonas ilegales distintas y paralelas, primero piano y luego verde), menor riesgo tomarán los pilotos en esas curvas, y menor será la relevancia de la norma más grave, por otra cosa que los juristas tenemos clara: un buen sistema eficaz, con sanciones llamativas, tiene un efecto disuasorio.

Si conducir rápido te puede acarrear la pérdida del carnet, será más improbable que alguien acabe con la vida de otro por circular a gran velocidad en el centro de una ciudad, requiriendo una condena de cárcel, como pena superior a una mera multa de radar.

Y ojo, no dudo de que en Dorna Sports S.L o Liberty Media Co. tienen todo esto más que claro gracias a sus equipos jurídicos, tan sólo intento poner todo esto sobre la mesa para aquellos aficionados que, siendo legos en la materia, no cuenten con ese asesoramiento jurídico.

Nadie puede esperar que los pilotos renuncien a obtener ventaja con los cambios hechos en los circuitos por seguridad, cuando están sometidos a tanta presión por obtener resultados, lo único que cabe esperar es que se protejan de sanciones que conlleven la pérdida de todos los puntos o parte de los puntos que aprecien que podrían conseguir.